Para ser feliz en Palamós sólo se necesitan cuatro cosas

Una cala (la de S'Alguer), una gamba (la roja de Palamós), un hotel (La Malcontenta) y una historia (la de Dalí).

Antiguas casas de pescadores en cala S'Alguer, Palamós.

Félix Lorenzo

Cuatro cosas, tan sólo cuatro, se necesitan en Palamós para ser feliz. De los 200 kilómetros de litoral costero con los que cuenta la Costa Brava, ocuparemos los escasos 60 metros de la cala S'Alguer.

De la portentosa y multipremiada gastronomía de Girona, pediremos un buen plato de gambas rojas de Palamós a la plancha. De la variada oferta hotelera gironesa, elegiremos dormir en el hotel La Malcontenta. Y de la rica y extensa historia de la zona, nos quedaremos con el curioso relato que acompaña a la Barraca d’en Dalí, en los alrededores de la playa de Es Castell.

Las casas de pescadores de cala S'Alguer han ido pasando de generación en generación en cada familia.

Félix Lorenzo

CALA S'ALGUER

No es extensa, no es de arena fina, no se puede dormir en ninguna de sus casas con puertas y ventanas de colores y, aún así, la cala S'Alguer es de esos lugares que hay que ver en la vida antes de morir (como nos gusta titular a los periodistas). ¿Por qué? Pues precisamente por su singularidad.

Su origen está documentado en el siglo XVI, cuando los condes de Palamós dieron permiso a un pescador de la zona para construir su caseta en ella. Más tarde otros compañeros de faena siguieron su ejemplo hasta levantar un conjunto arquitectónico histórico hoy declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat.

Las casas tradicionales de pescadores de cala S'Alguer son de planta rectangular y están cubiertas con bóvedas de cañón.

Félix Lorenzo

No te molestes en buscar alquileres por internet. Tampoco preguntes a los grupos de amigos o familiares que encontrarás descansando o comiendo bajo los envidiables porches. La respuesta va a ser siempre la misma: todas las barracas son de propiedad privada familiar y han ido pasando de una (afortunada) generación a otra (afortunada) generación. Además, no cuentan con agua corriente, tan sólo con pozos de agua de agua dulce en el interior y con depósitos para recoger el agua de la lluvia en la parte alta en las cubiertas –con bóvedas de cañón– de cada edificación.

Al sur de la cala S'Alguer, encontramos la cala de la Fosca –formada por la playa de la Fosca y la de Sant Esteve (San Esteban)– y al sur, la agreste playa Es Castell, un gran arenal con chiringuitos y un camino que conduce a un poblado ibérico del siglo VI a. C. y, más allá, a la recoleta cala de la Foradada, perfecta para practicar esnórquel ya que, debido a la adecuada profundidad de sus aguas cristalinas, parece una piscina natural.

Playa Es Castell, un arenal salvaje rodeado de campos de cultivo y de bosques de cañas en Palamós.

Félix Lorenzo

GAMBA ROJA DE PALAMÓS

Cañones y taludes forman el rocoso y transparente fondo marino de la Costa Brava, refugio para la gamba roja que –al vivir entre los 80 y los 2.000 metros de profundidad– necesita alimentarse de algas y minerales. Un dieta 'mediterránea' singular y específica que hace que el sabor de la gamba de Palamós sea más dulce.

La reconocerás bien fácil si observas de cerca sus cualidades: la cabeza dura y roja ha de estar húmeda, su textura es firme y crujiente y ha de ser presentada en el plato íntegra y sin heridas.

Si no quieres errar en tu elección, te recomendamos acudir a La fábrica del gel (del hielo), un restaurante situado en la Plaça Sant Pere, en la localidad de Palamós, donde antes transformaban el agua en hielo y, ahora, el producto del mar en platos suculentos.

La tranquila cala de la Foradada.

Félix Lorenzo

HOTEL LA MALCONTENTA

Aunque el nombre de La Malcontenta es un homenaje a una mujer mágica que todo lo comparaba con la luna y por lo tanto nada era lo suficientemente bueno, en realidad en este hotel boutique cinco estrellas todo es superlativo: habitaciones con encanto (alguna hasta con jardín privado), una enorme piscina donde dejar pasar el tiempo y un restaurante basado en el producto de temporada del Empordà.

Crema de zanahoria y naranja, butifarra con judías, fideuà con almejas y alioli son algunos de los platos que encontrarás en su menú, ese que degustarás rodeado de naturaleza en un ambiente tan elegante como encantador.

La Malcontenta (Empordá, Girona)

La Malcontenta

UNA HISTORIA SOBRE DALÍ

La historia de Es Castell está fuertemente ligada a la de Mas Juny, una antigua masía, propiedad del pintor catalán Josep Maria Sert (autor de las pinturas del vestíbulo del Rockefeller Center de Nueva York y del mural de la gran Sala del Consejo del Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra), por la que pasaron, entre otros personajes ilustres de principios del siglo pasado, Marlene Dietrich, Coco Chanel, Visconti y un joven Dalí.

Tras una desgracia familiar, la propiedad fue vendida por Sert en los años 40 a la familia Puig. Fue el bon vivant Alberto Puig Palau quien, tras comprar la cercana Mas Castell, superaría, en fiestas y glamour, a su anterior vecino. Manolete, Ava Gardner, Frank Sinatra... son sólo algunos de los nombres de los invitados a sus fastuosas fiestas, conciertos de flamenco y corridas de toros.

Barraca d’en Dalí, junto a la cala de Es Castell (Palamós).

Félix Lorenzo

Ojo, que Alberto (al que Joan Manuel Serrat dedicó la canción Tío Alberto), también tenía una clara vocación de mecenas, por lo que decidió regalarle a Salvador Dalí en las inmediaciones de su masía un pequeño taller (hoy vacío, pero visitable por fuera).

Conocida como la Barraca d’en Dalí, existen fotos del genio surrealista tomadas bajo el umbral de su puerta girada, pero no hay constancia de que nunca trabajase en ella. Recordemos que por aquel entonces el pintor ya estaba enamorado de Cadaqués, otro de esos lugares en el mundo que todos deberíamos ver antes de morir...

Un verano eterno en la Costa Brava

Ver galería: Postales multicolor de la cala S’Alguer