Movimiento de mercancías. | A. M. S.

Vista aérea del complejo industrial. | Ilas

Quiso su propietario, Francisco Rodríguez, que Anleo fuera la cuna de una empresa láctea con capacidad para exportar al mundo entero. Y lo logró. La fábrica de Industrias Lácteas Asturianas (Ilas), empresa que comercializa productos de la marca Reny Picot desde 1960, es hoy en día una firma puntera en el sector lácteo mundial (está presente en los cinco continentes) con un importante impacto social en la comarca occidental: emplea a 632 personas.

El director general de la fábrica naviega, Javier Suárez, destaca el origen familiar y asturiano de la firma y su interés por invertir en innovación y desarrollo “desde Asturias”, aprovechando el útil industrial. Es decir, “todo lo que se puede hacer aquí, en nuestras instalaciones, se hace”, revela.

El mercado lácteo ha sufrido mucho en las últimas décadas por los continuos cambios de la alimentación. La firma asturiana supo afrontarlos haciendo millonarias inversiones y con el deseo de no depender de tecnología ni materia prima foránea. El resultado: un grupo con más de 700 millones de facturación anual, fábricas en distintos puntos de España (Asturias y Zamora) y del mundo (Francia, Estados Unidos, Méjico y Polonia) y mercados en varios países.

En su primer día de andadura la hoy puntera sede de producción láctea naviega recibió 123 litros de leche. Fue Francisco Rodríguez, cangués de origen, quien se fijó en este valle naviego para impulsar el desarrollo. “Lo vio claro entonces, cuando no era fácil; hay que imaginarse en el Anleo y en la Asturias de aquellos años”, explica Suárez.

El empresario compró la que había sido una sala de baile para convertirla en fábrica quesera. Javier Suárez explica que entonces estaba de moda un tipo de queso francés (el camembert), el mismo que se empezó a producir Navia. También el nombre de los productos, Reny Picot, tiene algo que ver con esa meta de adentrarse en el mercado francés o producir lo que en Francia era un éxito de ventas.

Conservan en las instalaciones parte de la maquinaria de entonces: una batidora, una amasadora, una malaxadora... todo de 1960. En una sala de reuniones cuelgan además tres fotos antiguas. Imágenes que desvelan en parte la histórica trayectoria de la única multinacional del sector lácteo español, que está liderada por asturianos y que hace en Asturias la mayor parte de los productos con destino a mercados globales.

En cualquier jornada laboral, asume casi un millón de litros. A pie de fábrica no dejan de entrar los camiones cisterna con el producto primario, origen de todo lo que sigue: la leche. “Esto es como un polígono porque hay cinco fábricas”, dice Javier Suárez, convencido de que no se conoce como se debería el hacer y la dimensión de esta empresa con sello asturiano.

Las instalaciones de Navia ocupan 70.000 metros cuadrados. En Anleo se procesan 300 millones de litros anuales de leche de más de 900 ganaderías de Asturias, Galicia, Cantabria y Castilla y León, cerca de 200 millones de libros de suero y 30 millones de litros de nata para hacer quesos, mantequillas, postres y alimentos infantiles, entre los que se incluyen los aptos para intolerancias, “y hasta helados”. Una cuidada planificación e inversión en tecnología hace posible incluso ofrecer ingredientes “a la carta” para clientes que, a su vez, elaboran otros productos.

No es casual que se puedan hacer todos estos productos. La firma invierte cantidades millonarias en ciencia. Tiene convenios con organismos punteros, entre los que destaca el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o universidades como las de Oviedo y La Coruña, para abarcar los retos de la alimentación. “Queda mucho por hacer en un mercado muy cambiante”, indica Javier Suárez, al tiempo que detalla que las dietas son cada vez más estrictas o comprometidas para un fin particular, lo que hace que las empresas dedicadas a la alimentación tengan una presión constante.

En el caso de Ilas su producto origen, la leche, es altamente perecedero y esa circunstancia añade complejidad a la actividad y a su rentabilidad. El director general de la fábrica naviega señala también los retos: hacer las ganaderías un negocio atractivo y sostenible; digitalizar la cadena de valor para ganar en tiempo y competitividad; tener presente que los cambios son continuos y naturales; y hacer frente a la alimentación que demanda la sociedad, que tiene cada vez un componente más preventivo.

Exportar es otro de los objetivos estratégicos de la empresa, según Suárez. Hoy por hoy destina productos a Europa, Oriente Medio, Sudamérica, China y Méjico, principalmente, mercados en los que factura 124 millones de euros anuales.