Tipografía, caligrafía y lettering

¿Qué es el fileteado porteño y cuáles son sus rasgos?

Descubre qué hay detrás del estilo decorativo de lettering típico de la ciudad argentina de Buenos Aires

A finales del siglo XIX, mucho antes de que en Buenos Aires alguien utilizara la palabra lettering, artistas inmigrantes experimentaban con los pinceles de pelo largo y los textos en busca de una identidad para una ciudad aún muy joven. Entre frases pícaras, imitaciones y chistes, finalmente la encontraron.

Si el tango es la música de Buenos Aires, el fileteado es su trazo, su letra escrita a mano, su firma. Enroscado, recargado y dramático, como el espíritu porteño, el fileteado y sus mensajes son un llamado de atención a quienes habitan la ciudad, para que no olviden sus orígenes, su historia, e incluso, su filosofía de vida. Te contamos por qué la Unesco lo ha declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El fileteado es el estilo de lettering característicos de Buenos Aires.
El fileteado es el estilo de lettering característicos de Buenos Aires.

Mucho más que trazos

El fileteado porteño es un estilo decorativo popular que nació en Buenos Aires a finales del siglo XIX. Tradicionalmente se utilizaba para pintar en los carros de caballos, luego, empezó a adornar camiones. Hoy, lo más común es verlo en los colectivos, tal como se llama en Argentina a los autobuses. Pero el fileteado es mucho más que una forma de dibujar letras y adornar transportes.

Si alguna vez visitas la ciudad, presta atención a los mensajes que hay detrás del estilo. El fileteado nunca viene solo: generalmente se utiliza para escribir frases ingeniosas, refranes poéticos o aforismos chistosos, emocionales o filosóficos, expresados en lunfardo, el lenguaje coloquial y tanguero de la ciudad.

Dedicatoria en un autobús de Buenos Aires.
Dedicatoria en un autobús de Buenos Aires.

Las letras ornamentadas, generalmente góticas o cursivas que lo caracterizan, están trazadas a mano por artistas que defienden la tradición y suelen enorgullecerse de sus orígenes europeos, especialmente italianos. Por esta razón, la forma y el mensaje suelen ir de la mano.

Es usual leer dedicatorias sentimentales, dramáticas, allí donde hay un fileteado. No es extraño que en un autobús porteño alguien se haya tomado el trabajo de filetear una dedicatoria como “a mi mamá” o, el fragmento de un tango, como “el mundo fue y será una porquería”, en alusión a la famosa canción de Discépolo, Cambalache. El espíritu de la ciudad también se expresa en apodos exagerados que aluden a los dueños de los vehículos fileteados. “El sin igual”, “Yo me presento así” o “Si su hija sufre y llora, es por este pibe señora.”

Alfredo Genovese es uno de los fileteadores más conocidos actualmente.
Alfredo Genovese es uno de los fileteadores más conocidos actualmente.

Los orígenes del fileteado

El fileteado, como el tango, nació de una mezcla de pretensiones, picardía y necesidad. Cuenta la leyenda que fueron dos niños humildes de origen italiano que trabajaban en un taller los primeros que se animaron a emular el trabajo que los letristas franceses hacían en las vidrieras, solo que lo hicieron sobre un coche de carruaje, sin tener la menor técnica. Y lo hicieron sin que nadie se lo pidiera. Sobre un vehículo que debían pintar de gris, sumaron firuletes (rulos y ornamentos) dorados y rojos. El resultado no solo no le molestó a su dueño sino que lo tomó con simpatía y lo exhibió orgulloso por la ciudad. Pronto llegaron nuevos encargos.

Esos chicos de 10 y 13 años se convirtieron en los primeros fileteadores porteños legendarios. Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella dieron inicio a la tradición sobre carruajes. Y sin darse cuenta, muchas otras personas los imitaron La clave del éxito de los fileteadores era la rapidez: mientras los franceses se demoraban horas en detalles, el fileteado se realizaba en pocos minutos.

Hoy, el fileteado, es un estilo que se estudia.
Hoy, el fileteado, es un estilo que se estudia.

La evolución del fileteado

Surgieron, desde entonces, especialistas que formarían parte de la historia de la estética de Buenos Aires: Ernesto Magiori y Pepe Aguado, o artistas como Miguel Venturo que incorporó más fantasía. Este último introdujo la figura de pájaros, flores, diamantes y dragones entre las letras en las puertas de los camiones. Más adelante, otros artistas introdujeron también algunas supersticiones que se convirtieron en el folklore de la ciudad. Por ejemplo, los números de identificación de las líneas de autobús, se dibujaban, y se dibujan aún hoy, con un estilo tipográfico que emula a la lotería, invitando a los pasajeros a que jueguen ese número.

Con el tiempo, este estilo impregnó la ciudad, especialmente sus puestos de diarios, y bares, con simbolismos y poesía. El fileteado incorporó elementos como barcos (que connotaban el regreso de los inmigrantes a Europa), flores, aves, tréboles y leones que simbolizaban la belleza, la suerte y la fuerza. También se fueron incorporando manos estrechadas, soles, banderas, santos y vírgenes que en la actualidad se mezclan con Maradona y Gardel.

Gardel y un número para jugar en la lotería.
Gardel y un número para jugar en la lotería.

Crisis y resurgimiento del fileteado

A finales de la década de los 60 y comienzos de los años 70 el fileteado vivió su esplendor. No solo había buenos maestros en este arte, también circulaban una enorme cantidad de vehículos y camiones que exhibían el arte en la ciudad.

A mediados de los 70, sin embargo, anticipando una etapa oscura en la política del país, una ordenanza del gobierno prohibió su uso en los colectivos argumentando que producían confusión en los pasajeros al momento de tener que leer los números. A pesar de que esto casi termina con la propagación del filete, con el tiempo el arte volvió a emerger, aunque ya nunca con la fuerza que supo tener en su década de esplendor.

El fileteado también comenzó a hacerse en tiza.
El fileteado también comenzó a hacerse en tiza.

El resurgimiento del fileteado llegó en gran medida al ingenio y creatividad de quienes buscaron nuevos soportes para plasmarlo. Así, tanto las paredes de la ciudad, como ropas, botellas, pizarras de bares y hasta las pieles, mediante tatuajes, se convirtieron en nuevas superficies para filetear.

En 2014, la Ciudad de Buenos Aires postuló ante la Unesco al filete porteño a la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y en diciembre de 2015 fue declarado Patrimonio de la Humanidad. A partir de esta declaración el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debió asumir el compromiso de adoptar medidas para proteger esta expresión e incentivar su producción, investigación y registro.

Fileteado porteño para Coca-Cola. Alfredo Genovese.
Fileteado porteño para Coca-Cola. Alfredo Genovese.

Los rasgos de estilo

El origen de la denominación de fileteado hay que buscarlo en la palabra latina filum, que significa hilo. Y es que este tipo de trabajos de decoración requieren utilizar pinceles de pelo largo y punta fina para lograr pintar las molduras y ornamentos típicos.

En el libro Filete porteño, de Alfredo Genovese (@tallerdefileteado), el antropólogo Norberto Cirio describe las ocho características del fileteado:

- Alto grado de estilización: es muy simple, se reduce a líneas básicas.

- Preponderancia de colores vivos: el rojo y el dorado, sobre todo.

- Marcación de sombras y claroscuros que crean fantasías de profundidad.

- Preferente gusto por la letra gótica o los caracteres muy adornados.

- Obsesiva recurrencia a la simetría.

- Encierro de cada composición en un marco.

- Sobrecarga.

- Conceptualización simbólica de muchos de los objetos representados (la herradura como símbolo de buena suerte, los dragones como símbolo de fuerza.)

Genoveses escribió un libro sobre el Fileteado.
Genoveses escribió un libro sobre el Fileteado.

Hoy el filete porteño es parte del ADN de la ciudad y se mezcla a la perfección con las tendencias internacionales en lettering a los que siempre estuvo atenta la llamada reina del plata.

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