Diseño

Los secretos de la Ruta de la Amistad, referente mundial del arte público

La Ruta de la Amistad es considerada uno de los proyectos de arte público y colectivo más importantes del siglo XX en México.

La Ruta de la Amistad -unión del arte con la ciudad- fue parte fundamental de los Juegos Olímpicos de México 68

Getty Images

Los Juegos Olímpicos siempre han sido eventos de gran trascendencia mundial debido a la unión y la fraternidad deportiva y cultural que se vive durante este magno acontecimiento. Han sido muchos los países que han tenido la fortuna de organizar y celebrar unos Juegos Olímpicos a lo largo de su historia, tal es el caso de México en 1968, el primer país latinoamericano en ser sede de las Olimpiadas.

Las olimpiadas en México son de las más recordadas gracias a su icónico diseño gráfico por parte de Lance Wyman y a la famosa Ruta de la Amistad, de la cual te contamos todo lo que debes saber al respecto.

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Contexto

Hace 52 años se inauguraban los Juegos de la XIX Olimpiada, en medio de un contexto -histórico y nacional- en crisis; por un lado, las políticas racistas por parte de Sudáfrica, que resultaron en la decisión, por parte del Comité Olímpico Internacional, de retirar la invitación a dicho país; por el otro, apenas hace 10 días que había sucedido uno de los capítulos más sangrientos de nuestra historia moderna en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Uno de los principios fundamentales del olimpismo exclama que “toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico, que exige comprensión mutua, espíritu de amistad, solidaridad y juego limpio.” Es precisamente este espíritu de amistad que llevó a la organización, por parte del Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada (COO), de una Olimpiada Cultural propuesta por el artista Mathias Goeritz al presidente del COO, Pedro Ramírez Vázquez y coordinada por la arquitecta Ruth Rivera, hija del famoso muralista Diego Rivera.

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Historia

Parte esencial de la Olimpiada Cultural era la construcción de “La Ruta de la Amistad”, un recorrido por distintas esculturas monumentales, dispuestas en las principales avenidas de la ciudad, con el fin de, en palabras de Goeritz, “reunir a escultores de todos los continentes, de todas las razas, de cualquier creencia e ideología. Esta reunión podría adquirir una naturaleza idealista y humanista que trascendiera la estética. En el cual “el tema unificador tenía que ser la hermandad, la amistad, donde quedarán representadas todas las tendencias religiosas, políticas, raciales e ideológicas, con la fuerza que cada escultor quisiera darle.”

Para dar comienzo a este proyecto se estipularon tres condiciones que cada uno de los artistas debía cumplir: la primera, “debían ser esculturas monumentales que contribuyeran a mejorar el entorno urbano”; la segunda, “serían discutidas de manera colectiva teniendo siempre en mente soluciones plásticas relacionadas con la ciudad”; por último, “el concreto sería el material obligatorio.”

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Así mismo, para modernizar la idea del arte público clásico, el cual se admira a pie, una de las premisas principales era que las obras debían obedecer la velocidad a la cual se movía el ser humano moderno, en automóvil y a más de 70 kilómetros por hora. Es así que las 18 esculturas finales se colocaron a lo largo del Anillo Periférico, la vialidad que une a algunos de los recintos olímpicos: el Estadio Azteca, la Villa Olímpica y el Estadio Olímpico Universitario.

Esculturas

Fueron construidas 19 esculturas, con alturas desde los 5.70 hasta los 18 metros de altura, como parte de La Ruta de la Amistad y se agregaron otras tres de artistas invitados, emplazadas en las inmediaciones de los recintos deportivos. Los artistas nacionales fueron elegidos a través de un pequeño comité artístico conformado por un crítico de arte, un arquitecto y un representante del Instituto Nacional de Bellas Artes, los cuales eligieron a Helen Escobedo, Ángela Gurría y Jorge Dubón.

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De esta forma, en orden consecutivo, las esculturas se ubicaban por “estaciones”:

1. Señales o La herradura | Ángela Gurría, México

2. El ancla | Willy Guttman, Suiza

3. Las tres Gracias | Miroslav Chlupac, Checoslovaquia

4. Esferas o Sol | Kioshi Takahashi, Japón

5. El sol bípedo | Pierre Székely, Hungría

6. La torre de los vientos | Gonzalo Fonseca, Uruguay

7. Hombre de paz | Constantino Nivola, Italia

8. Disco solar | Jacques Moeschal, Bélgica

9. La rueda mágica | Todd Williams, Estados Unidos

10. Reloj solar | Grzegorz Kowalski, Polonia

11. México | José María Subirachs, España

12. Jano | Clement Meadmore, Australia

13. Muro articulado | Herbert Bayer, Austria

14. Tertulia de gigantes | Joop J. Beljon, Países Bajos

15. Puerta de paz | Itzhak Danziger, Israel

16. Anónimo | Oliver Seguin, Francia

17. Charamusca africana | Mohamed Melehi, Marruecos

18. Puerta al viento | Helen Escobedo, México

19. Anónimo | Jorge Dubón, México

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En la explanada principal del Estadio Azteca, el artista estadounidense Alexander Calder construyó la obra El sol rojo; a un costado del Palacio de los Deportes, -obra de Félix Candela, Antonio Peyri y Enrique Castañeda Tamborell- Mathias Goeritz emplazó la obra La Osa Mayor; y por último, inserta en la piedra volcánica de Ciudad Universitaria y cercana al Estadio Olímpico Universitario, la obra Hombre corriendo de German Cueto.

Sin duda, La Ruta de la Amistad, es uno de los pasajes artísticos y culturales más importantes de la segunda mitad del siglo XX en México. “La ruta de la amistad -expresa Laura Ibarra- como proyecto de arte colectivo integrado al paisaje urbano, cosechó elogios y críticas, pero nadie puede negar que se logró dotar al sur de la ciudad de distintivos que fueron adquiriendo importancia para sus habitantes.”